Arzobispado de Lima

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La Arquidiócesis de Lima fue creada el 12 de febrero de 1546 por el Papa Paulo III. Su primer obispo fue Fray Gerónimo de Loayza. Cinco años después, (el 12 de febrero de 1546), el mismo pontífice decidió separar a Lima de Sevilla y la convirtió en Arquidiócesis, colocando bajo su mandato a las diócesis del Cusco, Quito, Castilla del Oro (Panamá), León de Nicaragua, Popayán, Santiago de Chile, La Imperial, Chacras y Tucumán. Por un tiempo, la Arquidiócesis de Lima fue la circunscripción eclesiástica más extensa del mundo.

En 1572, San Pío V le otorgó a Lima el rango de Primada del Perú, título que fue confirmado por Gregorio XVI en 1834 y ratificado en este siglo por Pío XII en 1943.

A finales del siglo XIX se crearon las diócesis de Huaraz, 1899; Huánuco, 1866. La promoción de Cusco, Trujillo y Arequipa, designados como arzobispados por el Papa Pío XII, en 1943, significó también la confirmación de Lima como Arquidiócesis Primada del Perú.

Como pocas arquidiócesis en el mundo, la de Lima puede exhibir testimonios de fe tan intensos y arraigados, como la procesión al Señor de los Milagros, el culto a Santa Rosa de Lima y a la Virgen del Carmen.

Una tradición católica tan intensa que fue alabada por el propio papa Francisco quien llamó al Perú tierra ensantada.

Desde el 2 de marzo de 2019, Carlos Castillo Mattasoglio fue ordenado Obispo por manos del Nuncio Apostólico en el Perú, Monseñor Nicola Girasoli. El Primad del Perú hizo la profesión de fe y juramento de fidelidad en la Parroquia San Lázaro, en el distrito del Rímac, siguiendo la tradición de Santo Toribio de Mogrovejo, segundo Arzobispo de Lima, patrono de la Arquidiócesis y declarado por Juan Pablo II como Patrono de los obispos latinoamericanos.